Buena tipo: parte 10. Una buena tipografía es versátil.

Elegir un tipo de letra para representar la voz de una marca no es una decisión fácil. Además, se vuelve más complicada cuando las empresas deben tener en cuenta el futuro. La tipografía ofrece a las marcas un gran valor, pero es indispensable que sea versátil.

En el mundo empresarial y del diseño, hay que pensar a largo plazo al elegir las fuentes y tener claro que las exigencias del público pueden cambiar en los próximos años.

«Debemos tener cuidado para que las fuentes que elegimos no nos metan en callejones sin salida a las empresas ni a nuestros clientes», afirma Jamie Neely, director de diseño de productos de Monotype. «Los casos de uso de hoy pueden no ser los mismos que los de mañana. Por ello, es necesario que nos hagamos preguntas que no se limiten al diseño. Por ejemplo, ¿quién ha diseñado esto? ¿Seguirá aquí en cinco años si necesito ampliarlo? ¿Merece la pena? ¿Me arrepentiré?».

Algo que puede ser de ayuda al planificar con antelación es conocer los detalles de las licencias y las distintas opciones que ofrecen. Resulta útil comparar los distintos modelos disponibles y ver en qué medida se ajustan a las necesidades de la marca y a sus planes futuros.

Además del valor que tienen las fuentes a largo plazo para las marcas, se debe tener en cuenta el tiempo que se dedica a crear cada diseño. Las fuentes suelen ser fruto de la dedicación y se suelen tardar meses o años en completarlas. Ese esfuerzo se refleja en el producto final, que es capaz de cambiar la forma en que las marcas interactúan con el mundo. Los consumidores esperan coherencia en todas las experiencias que tienen con una marca, y la tipografía desempeña una función fundamental en ello. En el mundo del diseño, es sabido que la tipografía puede convertirse en un punto de contacto coherente; en particular, después de años o décadas familiarizándote con un tipo de letra.

«Ese vínculo es valioso y se relaciona con lo que considero uno de los factores diferenciadores de la tipografía», comenta Neely, que afirma que nuestra interacción con la tipografía va más allá de las series de televisión, las películas y la fotografía. «Para mí, la tipografía es algo diferente. Mejora con el tiempo. Es uno de los ingredientes esenciales de cualquier marca, y es posible variarla con el tiempo. Se integra en la estética de los productos, los servicios y todo lo que conocemos».

«Creo que habría que valorar la tipografía de otra manera teniendo el cuenta el dinero y el tiempo de diseño que se invierten en estudiarla, darle un sentido, describirla a los clientes y expresarles su valor».

Una buena tipografía es versátil.
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